PIETER BRUEGHEL
PIETER BRUEGHEL EL VIEJO
Pintor y
grabador flamenco del siglo XVI. Algunos registros indican que nació en Broghel,
cerca de Breda, pero no ha sido posible determinar si se trata de la ciudad
neerlandesa de Breda o la belga de Bree, llamada Breda en latín. Tampoco se sabe
el año exacto de su nacimiento, aunque se piensa que pudo ser hacia 1525. Desde
1559 eliminó la 'h' de su apellido y comenzó a firmar sus pinturas como Bruegel.
Falleció en 1569. Reflejó fielmente la vida del pueblo flamenco y fue
uno de los más grandes artistas de su época. En él, el gusto por la anécdota se
da paralelamente a una amplitud compositiva y a un sentido estricto del ritmo y
de la síntesis que subordina el detalle a la visión de conjunto. Famoso por sus
paisajes, su obra es producto de una visión panorámica del mundo, y abarca desde
la pintura religiosa alegórica hasta las escenas de la vida campesina.
Era el mayor y el más importante de una familia de artistas que trabajó hasta
bien entrado el siglo XVII. Inició su aprendizaje en el taller de Pieter Coecke,
con cuya hija se casó años más tarde. Tras la boda, se trasladaron a Bruselas,
donde permaneció hasta su muerte, en septiembre de 1569. Sus dos hijos, Pieter
el Joven y Jan, fueron también reconocidos pintores. Después de visitar Italia
(1552-1553), realizó en Amberes algunos dibujos para el grabador J.Cock. Sus
pinturas están fechadas y firmadas entre los años 1558 y 1568. En 1551 ingresó
en el gremio de pintores de Amberes. Hoy se le considera hombre de gran cultura
y amigo de intelectuales.
CONTEXTO HISTÓRICO
La época en la que vivió el pintor fue, sin duda, turbulenta, un periodo de tránsito entre la Edad Media y los comienzos de la Edad Moderna que sufrió el azote de sucesivas plagas y epidemias, tan violentas que podían llegar a aniquilar poblaciones casi en su totalidad. A esto se añadía, además, el dominio de las guerras continuas por motivos de religión o poder y la transformación social que se produjo a raíz de la explotación del Nuevo Mundo. Años en los que la ciencia sufrió un avance vertiginoso, la religión católica perdió su posición dominante y el poder político -ejercido por el estado español-, hubo de enfrentarse a la sublevación de los Países Bajos. Como ciudadano y artista del momento, la mirada de Brueghel muestra este periodo turbulento desde una óptica en la que se mezcla lo urbano y lo rural, la clase más pudiente y el pueblo raso.
La época en la que vivió el pintor fue, sin duda, turbulenta, un periodo de tránsito entre la Edad Media y los comienzos de la Edad Moderna que sufrió el azote de sucesivas plagas y epidemias, tan violentas que podían llegar a aniquilar poblaciones casi en su totalidad. A esto se añadía, además, el dominio de las guerras continuas por motivos de religión o poder y la transformación social que se produjo a raíz de la explotación del Nuevo Mundo. Años en los que la ciencia sufrió un avance vertiginoso, la religión católica perdió su posición dominante y el poder político -ejercido por el estado español-, hubo de enfrentarse a la sublevación de los Países Bajos. Como ciudadano y artista del momento, la mirada de Brueghel muestra este periodo turbulento desde una óptica en la que se mezcla lo urbano y lo rural, la clase más pudiente y el pueblo raso.
SU
OBRA
Sus obras se han
interpretado de diferentes maneras, como referente de las ideas de diversos
pensadores religiosos, de los conflictos entre catolicismo y protestantismo, de
la dominación de los Países Bajos por parte de los españoles y como equivalentes
visuales de alegorías dramáticas representadas en público por sociedades
retóricas flamencas. Fue muy famoso en vida y su influencia sobre la pintura
flamenca posterior fue inmensa.
Las primeras obras
de Brueghel recuerdan las fantásticas visiones del Bosco. “La caída de los
ángeles rebeldes” es un claro ejemplo de ello. En estas obras es donde
el artista plasmó mejor su ingenio. Se inspiró en la obra de su antepasado
Hiëronymus Bosch, El Bosco
En este universo de formas
irreales también subyace una crítica burlesca a la patética vida del ser humano.
Brueghel ofrece su visión del hombre, la miseria cotidiana, la locura y la
enfermedad. Lo hace satíricamente cuando representa los "SIETE PECADOS
CAPITALES"; un estudio fascinante en donde reflexiona sobre los males que
acontecen a los que ignoran los principios de la sabiduría. Sin embargo el
artista es amable y respetuoso cuando dignifica al hombre laborando.
Muchas de sus obras se inspiran el
folklore y en los proverbios flamencos, así como en la vida campesina de su
país. La serie de meses o estaciones -Los cazadores en la nieve, La siega del
heno, La cosecha- muestran su genio de paisajista, que sabe conjugar la
observación del detalle con la grandiosidad de los panoramas. Todos ellos se
caracterizan por la gran capacidad de observación de la naturaleza humana, el
ingenio omnipresente y la vitalidad de los campesinos.
El interés por la vida del
campo como tema del arte se observa, por primera vez, en las cortes; en el
calendario de los libros de oración del Duque de Berry, ya a comienzos del siglo
XV, encontramos tales descripciones cortesanas de escenas campestres. Miniaturas
de esta clase son una de las fuentes del arte de Brueghel; la otra se ha
descubierto en aquellos tapices murales, también destinados a la corte y a los
círculos áulicos, que representan, junto a las damas y caballeros que cazan,
bailan y se ocupan en juegos de sociedad, campesinos trabajando, leñadores y
viñadores.
Brueghel es sin duda el pintor por
excelencia del paisaje, donde la figura humana empequeñecida se integra
perfectamente en él. Su visión de la naturaleza, aparentemente cotidiana, parece
aproximarse a un sentimiento panteísta.
Como
fundador de la escuela paisajista flamenca se aparta de la visión alemana del
paisaje o de la veneciana, donde la naturaleza era algo grandioso, y en muchos
casos fantástico, y sin referencia con las figuras. En Brueghel el
paisaje se entiende como algo conocido y querido, donde se narran, en la mayor
parte de los casos, hechos cotidianos y concretos, y donde las escenas de
pequeñas figuras, se relacionan con él con total naturalidad.
El arte de Brueghel suele
considerarse como la última etapa del desarrollo de una larga tradición
pictórica flamenca que comenzó Jan van Eyck en el siglo XV. Esta tradición
transformó la estilización del arte medieval en una expresión más realista del
mundo. Brueghel pintó con todo lujo de detalle escenas de la vida
cotidiana de los campesinos holandeses, juegos infantiles y episodios de la
Biblia, trasplantados a los paisajes y ciudades del norte de Europa de su
época En sus obras muestra una excepcional
libertad y originalidad estilística, afirmando un desarrollo pictórico ancho y
plano, con colores luminosos. Conjugando un primitivismo formal con la
introducción de fuertes escorzos, relaciones proporcionales y composiciones de
perspectiva, con una extraordinaria vivacidad narrativa y un gran
naturalismo. El «Triunfo de la
Muerte» es otra de las obras bien conocidas de Brueghel. Es un óleo
sobre tabla, pintado hacia el año 1562. Mide 117 cm de alto y 162 cm de ancho.
Se exhibe actualmente en el Museo del Prado de Madrid.. Esta tabla del Prado
recuerda a las obras de El Bosco, en su aspecto satírico y moralizante.La
influencia del Bosco se deja ver en la amplitud del cuadro, las múltiples
escenas, pintadas con gran detalle, en las que se va representando las distintas
formas en que la Muerte derrota a la vida. Es un cuadro que recuerda el tema
medieval de las danzas de la muerte. Pero un simple vistazo a esta obra y su
paralela de cien años antes, El Jardín de las Delicias, evidencia una diferencia
fundamental: las hordas de Brueghel están compuestas por esqueletos, no
demonios, lo que sugiere un pesimismo ateo no suavizado por ninguna creencia en
un cielo.
La Edad Media y los comienzos de la Edad Moderna sufrieron el azote de sucesivas plagas y epidemias, tan violentas que podían llegar a aniquilar poblaciones casi en su totalidad. A esto se añadía el dominio de las guerras continuas por motivos de religión o poder. No es de extrañar que el sentido de culpa, de estado continuo pecaminoso, y del terrible castigo que se aproxima sin remedio sobre la humanidad fueran los sentimientos dominantes. En esta época proliferaron manifestaciones culturales como la Danza de la Muerte, que generó música, escritos, representaciones teatrales...
La Edad Media y los comienzos de la Edad Moderna sufrieron el azote de sucesivas plagas y epidemias, tan violentas que podían llegar a aniquilar poblaciones casi en su totalidad. A esto se añadía el dominio de las guerras continuas por motivos de religión o poder. No es de extrañar que el sentido de culpa, de estado continuo pecaminoso, y del terrible castigo que se aproxima sin remedio sobre la humanidad fueran los sentimientos dominantes. En esta época proliferaron manifestaciones culturales como la Danza de la Muerte, que generó música, escritos, representaciones teatrales...
La ceguera
humana a la que se refiere Brueghel es de naturaleza moral y no espera nada
bueno de los demás. Es una visión crítica, burlesca, similar a la de los
proverbios y refranes populares que de modo similar inspiraban al Bosco
.
Desde que
contempló en los Alpes, con ocasión de su viaje a Italia, la naturaleza cobró en
su obra un papel importante y a menudo se convierte en motivo principal, tratado
de modo heroico. Brueghel representó los trabajos, los juegos y las luchas de
los hombres, en contraste con la inalterable y suprema indiferencia de la
naturaleza. Con esta visión panorámica del mundo, Brueghel ilustró un aspecto
esencial del pensamiento humanista.
Finalmente, hacia 1563,
Brueghel acometió la labor, que le encargó Cock, de representar barcos.
Un tema muy oportuno y apreciado en aquel momento, si tenemos en cuenta que
Amberes poseía una de las mayores flotas marítimas. El resultado fue realmente
asombroso. El artista demostraba una vez más el dominio de la técnica
pictórica y su experiencia con la luz y la perspectiva. Dejaba el mundo de los
seres satánicos, de locos y demonios para afrontar otro nuevo reto. Con
ello logró no sólo el reconocimiento unánime de sus contemporáneos y futuras
generaciones, sino demostrar que el calificativo que le impuso una biografía de
1609 –en el que se le tachaba de "ignorante dedicado a la pintura cómica"- era
tan incierto y absurdo como los personajes irreales sacados de su imaginación.
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