SEGÓBRIGA

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jueves, 14 de febrero de 2013

ARTE ROCOCÓ

Arte Rococó
El estilo Rococó nace en Francia a principios del siglo XVIII y se desarrolla durante los reinados de Luis XV y Luis XVI.
Ha sido considerado como la culminación del Barroco, sin embargo, es un estilo independiente que surge como reacción al barroco clásico impuesto por la corte de Luis XIV. El rococó a diferencia del barroco, se caracteriza por la opulencia, la elegancia y por el empleo de colores vivos, que contrastan con el pesimismo y la oscuridad del barroco.
El Columpio, de Fragonard
Es un estilo aristocrático, revela el gusto por lo elegante, lo refinado, lo íntimo y lo delicado. Armoniza con la vida despreocupada y agradable que la sociedad ansía y se desentiende de cuestiones religiosas. Es un arte mundano, sin conexión con la religión, que trata temas de la vida diaria, no simboliza nada social ni espiritual, sólo superficialidad. Por todo esto se considera al Rococó un arte frívolo, exclusivo de la aristocracia.
Se difundió rápidamente por otros países europeos, sobre todo en Alemania y Austria y se seguirá desarrollando hasta la llegada del Neoclasicismo.
Defición del Arte Rococó
El término rococó proviene de la palabra francesa "rocaille" (piedra) y "coquille" (concha), elementos de gran importancia para la ornamentación de interiores.
Lo importante es la decoración, que es completamente libre y asimétrica. Muestra su predilección por las formas onduladas e irregulares y predominan los elementos naturales como las conchas, las piedras marinas y las formas vegetales.
Características del Rococó
En arquitectura, los edificios mantienen un trazado externo simple, sin embargo, en el interior la decoración se desborda. El rococó impone la acumulación de elementos decorativos basados en líneas ondulantes y en la asimetría. Alcanza mucha difusión el gusto chino, que había entrado en Europa con las piezas de porcelana, telas o lacas, y que decorará los salones occidentales con sus temas más representativos.
En pintura, los temas más abundantes son las fiestas galantes y campestres, las historias pastoriles, las aventuras amorosas y cortesanas. Las composiciones son sensuales, alegres y frescas, predominan los colores pasteles, suaves y claros. La mujer se convierte en el foco de inspiración, ya que es la figura bella y sensual.
El Arte Rococó en España
Arquitectura Rococó
El rococó en España se inicia durante el reinado de Felipe V (1700-1746), favorecido por el estilo churrigueresco, que había llevado al barroco al recargamiento ornamental. Su influjo fue limitado, ya que fueron muy pocos los contactos que España mantuvo con el rococó europeo y especialmente con Francia y Alemania.
El ejemplo más temprano de arquitectura rococó es la portada de la catedral de Valencia, realizada por el alemán Conrad Rudolf. Dividida en tres cuerpos y coronada con un frontón curvo, alterna el ritmo cóncavo en sus calles laterales con el ritmo convexo en la central.
La fachada del palacio del marqués de Dos Aguas, diseñada por Hipólito Rovira se compone de dos partes bien diferenciadas y separadas por el escudo del marqués. En la parte inferior, se describe la alegoría de los dos ríos valencianos, el Turia y el Júcar, y en la superior, aparece una hornacina que alberga una escultura de la Virgen con el Niño. Una movida decoración de inspiración vegetal recorre toda la fachada.
Parte de la fachada del Palacio del marqués de Dos Aguas
La catedral de Cádiz, proyectada en 1722 por Vicente Acero es la obra más representativa del rococó español. Acero sigue los esquemas renacentistas de la catedral de Granada de Diego de Siloé, por eso su interior se estructura en tres naves. La cabecera cuenta con una girola en torno a la capilla mayor, que es de planta circular y que se cubre con una cúpula sobre tambor.
La fachada, flanqueada por dos torres de planta octogonal, se organiza en tres calles. La central, que se remata con un frontón triangular, es convexa y las laterales son cóncavas.
Otro ejemplo, es la fachada de la catedral de Murcia, de Jaime Bort.
Fachada de la catedral de Murcia, de Jaime Bort
Junto a estos, hay que destacar el empleo del estilo rococó en los proyectos decorativos de los interiores de los palacios de la Familia Real, como en el Salón Gasparini del Palacio Real de Madrid.
Pintura Rococó
En cuanto a la pintura, son escasos los artistas españoles cuyo estilo puede calificarse como propiamente rococó. Destacan Luis Meléndez y Luis Paret.
Luis Paret y Alcázar (1746-1799) pintó escenas galantes y cuadros costumbristas de carácter amable, con tonalidades brillantes de gran efecto decorativo que lo convierten en el representante más importante de la pintura rococó en española.
Entre sus pinturas destacan El baile de las máscaras, Las Parejas Reales o Fiesta en el Jardín Botánico. Para Carlos III también realizó una serie de vistas de puertos y marinas del Cantábrico.
Escultura Rococó
Respecto a la escultura, el estilo provoca en España la aparición de ciertos rasgos que se incorporan al vocabulario básico del Barroco, pero que no llegan a modificarlo. Entre ellos, una mayor dulzura e intimismo en la interpretación de los temas y un mayor aprecio por lo pintoresco y por los detalles más triviales.
 
 
 
 
 
 
 

El Rococó


Cupido y las ninfas
Época: Rococó
Inicio: Año 1700
Fin: Año 1750

Siguientes:
El descubrimiento de la libertad

(C) José María Prados


Comentario
Si en general el arte no se presta a ser esquematizado en un sistema, hay determinadas épocas en las que particularmente se acrecientan estas dificultades. La complejidad del siglo XVIII hace imposible encasillar sus manifestaciones artísticas en una serie de rígidos apartados, etiquetas engañosas que no resuelven el problema. Incluso en una obra de divulgación, una consideración simplista en exceso tiene el peligro de producir una mayor confusión.El término rococó empezó a utilizarse ya en el siglo XVIII como una derivación burlesca de la palabra rocalla (rocaille) que designaba las decoraciones en forma de concha utilizadas en grutas y jardines desde el manierismo. En el suplemento del "Diccionario de la Academia Francesa" de 1842 se puede leer: "Rococó: dícese trivialmente del género de ornamento, de estilo y de dibujo que pertenece a la escuela del reinado de Luis XV y de comienzos del de Luis XVI".Esta inicial actitud despreciativa cambió, sin embargo, durante la segunda mitad del pasado siglo, sobre todo a raíz de la publicación de los hermanos Goncourt acerca del arte del siglo XVIII. Pasó a tener el término un sentido puramente neutral y descriptivo al igual que había ocurrido con el Barroco o el Gótico. Pero si el Rococó no se consideraba ya como una decadencia o la degeneración de un estilo y se habían descubierto en él valores puramente estéticos, el dilema que se presentaba ante los historiadores era definir este fenómeno, determinar su cronología y establecer unas características diferenciadas. Tarea no fácil que ha originado diferentes puntos de vista, a veces contradictorios, e incluso aconsejó la celebración de un convenio internacional en abril de 1960 con el título "Manierismo, Barroco y Rococó. Conceptos y términos", del que tampoco salieron acuerdos definitivos.Algunos conceptúan el Rococó como una fase tardía del Barroco, siguiendo la idea de que, inspirado en el Barroco italiano, sería su modelo de disolución; otros intentan dar una interpretación histórico-cultural haciendo hincapié en el aspecto erótico-sensual y en la complacencia de lo gracioso. Kimball, cuyos estudios fueron fundamentales, lo considera fenómeno parcial del Barroco, producto de una evolución exclusivamente francesa y limitado al ámbito del estilo decorativo. Sedlmayr y Bauer proponen que el concepto de Rococó se debe delimitar con precisión, afirmando que no es una fase estilística del Barroco clásico o tardío y que se trata de lo que llaman un genos-stile (estilo-especie) que no ejerce influencia sobre cierto tipo de construcciones (parte de los edificios oficiales y la mayoría de los religiosos). A pesar de sus limitaciones lo consideran como uno entre los estilos del siglo XVIII, junto a las diversas variantes del tardo barroco y del clasicismo inglés y no una simple moda de decoración.Las dificultades con que se han topado los historiadores para intentar dar una definición del Rococó se acrecientan cuando llega el momento de especificar qué artistas y qué obras pueden incluirse en él. Hay algunos ejemplos significativos que no dan lugar a dudas, como es el caso de un Boucher, pero en otras muchas ocasiones la cuestión no queda tan clara.En el fondo el problema reside, como afirma Francastel, en que durante el siglo XVIII no hubo una sucesión de épocas compartimentadas, marcadas cada una de ellas por un ideal absoluto, no existió una sino varias estéticas ligadas a las diversas especulaciones intelectuales y políticas de la época.Son generalmente los historiadores del arte en lengua alemana los más empeñados en el estudio restrictivo y a veces excesivamente formalista del Rococó. Curiosamente los franceses, siendo una manifestación fundamentalmente gala, han evitado la utilización del término, prefiriendo el de estilo rocalla y desde un principio sus publicaciones se han dirigido bien a una visión amplia del siglo XVIII con todas sus particularidades, bien al estudio concreto de artistas o de los diferentes géneros, los ornamentistas, el mueble, etc.En conclusión, prefiero huir de interminables y estériles discusiones terminológicas y comprender el fenómeno del Rococó como un estado de ánimo, una actitud ante la vida, el pensamiento, la sociedad, que se inicia a principios del siglo XVIII y actúa, aunque no de manera excluyente, en la concepción del arte de su época.
 
 

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