SEGÓBRIGA

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lunes, 22 de abril de 2013

ICONOGRAFÍA GÓTICA

 
CAMBIOS ICONOGRÁFICOS DEL GÓTICO
 
 Y SIMBOLOGÍA MARIANA.
 
 
 
 
Como ya defendíamos en un artículo anterior el gótico nace de una necesidad interior, de una nueva forma de ver el mundo.

Los cambios más rápidos los encontraremos en la religión, que pasará de un estilo basado en el miedo y la amenaza a otro muy distinto que podemos estudiar en alguna de sus principales iconografías.

Así, desde el famoso Pantocrátor románico que juzgará en el día Final, el gótico hace aparecer nuevas formas de Cristo basadas en el sacrificio o el dolor.

El Cristo como Varón de Dolores es una muestra perfecta. En él no se nos presenta al juez, sino al que ha hecho posible la salvación de la Humanidad a través de su sacrificio. Por ello le veremos introduciendo el dedo en sus llagas o enseñando la señal de los clavos de su pasión en manos y pies.


Burgo de Osma


En el mismo sentido hemos de entender el Ecce Homo, que nos intenta conmover con todos los estigmas de su pasión, pues a los nuevos burgueses se les intenta convencer a través de los sentimientos no del castigo (una humanización progresiva del hecho religioso de la que tanta culpa tiene San Francisco).

Un Ecce Homo en la famosa iconografía del paño de la Verónica.
Por ello las crucifixiones se irán haciendo cada vez más trágica, pasando de los cuatro a los tres clavos y retorciendo el cuerpo en un afán de impactar.




Si nos pasamos a la imagen de la Virgen, de la kiriotissa (trono de Dios) románica, nos aparece la madre que juega con el niño, las famosas Vírgenes Blancas o Glycofilusa.



Pisano


O las vírgenes de la leche (Galactotrofusas), que siguen muchos modelos Bizantinos que se comenzarían a recobrar tras el contacto directo con esta civilización a través de las Cruzadas y el activo comercio mediterráneo.


Bermejo


Virgen como madre o como protectora, como intercesora entre los hombres y la divinidad como vemos en las vírgenes de la misericordia o en su coronación.



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La Virgen con su madre (Santa Ana) y el Niño, todo un símbolo de la familia que se pretende apuntalar.

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