Sobre el siglo VI a.C. Los Olcades, un pueblo indoeuropeo, se asientan sobre la zona conquense de la Manchuela en sureste de la provincia y limítrofe con las provincias de Albacete y Valencia. Por estas tierras pasó también Aníbal el 220 a.C. en su expedición desde Cartago Nova a Salmántica y Arbocala. La romanización total de esta zona sería sobre el año 179 a. C. por Tiberio Sempronio Graco.
La comarca de ” LAS OBISPALIAS” estuvo habitada hacia el s. VI a. C. por la tribu de los OLCADES, los cuales según Polibio ocupaban el territorio que se extiende desde el nacimiento del río Tajo hasta el nacimiento del río Guadiana. Si nos atenemos a lo dicho por Polibio, (historiador y geógrafo griego al servicio del general romano Escipión) así como por otros historiadores latinos, en diversas referencias hechas sobre la tribu en cuestión; nuestra comarca se encuentra en territorio de los Olcades; los cuales abarcaban también parte de las actuales provincias de Albacete, Cuenca y Teruel.
Prestigiosos investigadores como Schulten, piensan que esta tribu era plenamente ibera, mientras que otros, Blas Taracena Aguirre entre ellos, hablan de la posibilidad de una tribu celtíbera que estaría en contacto con tribus netamente ibéricas y que tendría su límite Sur por el Júcar. La capital de los Olcades era Althea, situada según varios historiadores, cerca de Alconchel.
Los Olcades, que sólo se citan en época anibálica, desapareciendo posteriormente fueron absorbidos entre celtíberos y edetanos. Ocuparían las abruptas tierras meridionales del sistema Ibérico y de la cuenca del Júcar al sur de la serranía de Cuenca, ya perteneciente a los celtíberos, entre las llanuras litorales habitadas por edetanos y las del interior por carpetanos.
Los yacimientos aqueológicos (Iniesta, Barchín del Hoyo, Manchuela conquense) indican que toda el territorio manchego al sur de la Serranía conquense era de cultura íbera lo que sitúa al pueblo olcade dentro del ámbito del mundo ibero o bien habría que situarlo más al norte, ya en plena serranía. Debido a sus contactos con los celtíberos por su cercanía vecindad pudiera ser que sufrieran algún tipo de influencia cultural.
Hecateo los situaba entre el alto Tajo y el Júcar medio. Más tarde Tito Livio los consideró un apéndice de los carpetanos. Por otra parte el historiador Manuel Gómez Moreno los situaba en La Alcarria. A esta tribu se le han adjudicado las ciudades celtíberas de Caesada y una serie de oppida situados en las altiplanicies del occidente de la provincia de Cuenca, como Segóbriga, Valeria, Laxta y Ercávica. En 221 a. J.C. su capital, Altia, fue tomada por [[Aníbal]. Dado que el nombre es dado por los historiadores griegos, algunos eruditos sugieren que fue "Kelin", en el yacimiento de Los Villares, en Caudete de las Fuentes. De carácter indómito, sus guerreros llegaron a vencer a Viriato.Las excavaciones de las últimas décadas, al situarlos en zona plenamente ibera, sitúan al pueblo, supuestamente olcade, en el entorno del oppidum ibero de Ikalesken que dominaría el territorio actual de las Manchuelas conquense y albacetenses y limitaría al norte con las zonas celtíberas de Valeria, Segóbriga. Parece ser según algunas fuentes antiguas como Livio, dicen que los olcades estaban situados entre Cartagena y Sagunto. Otros trasladaban a los olcades desde la Contestanía a la Bética, que creemos que así fue y podemos decir de ellos que eran un pueblo nómada, cuya base estaba en la Olcadia ( llamese así a la provincia de cuenca) y que eran trasladados por los romanos de unas zonas a otras. Quizá fueron ellos mismos quienes se asentaron cerca de los poblados donde se han encontrado los yacimientos ibéricos de la Contestanía y del Sureste, si no, con los antiguos pobladores, en poblados cercanos, estando a merced del mejor postor o porque le interesase más la zona en que iban a habitar, por su pastos para el ganado o por sus riquezas y quizá sea por ello que cuando aparece un yacimiento ibérico situado en un alto cerca de él y en otro alto siempre suele aparece otro cercano, el cual se podría decir que perfectamente podría ser un asentamiento de olcades regidos por las mismas leyes unos y otros y los de su misma estirpe o por ellos mismos. Es entre los años 1000 y 500 a. C. cuando las sucesivas oleadas de pueblos indoeuropeos y mediterráneos arriban a la península Ibérica y configuran el poblamiento prerromano de ésta. Son los indoeuropeos los que llegan al interior, ocupan el centro y constituyen la base de poblamiento de la Celtiberia.
Su población, vivía dispersa en numerosos, aunque reducidos, poblados, vici et castella, pequeñas aldeas y torres para su defensa. El carácter reducido, numeroso y estacional de estos poblados fue la causa de su frecuente desaparición a lo largo de la historia. Son poblados en llano, sitos en el sector endorreico, caracterizado por las inundaciones ocasionales y la composición salina del suelo. La superficie media de los asentamientos ronda los 581 metros cuadrados y son de carácter funcional, propio de la temporalidad de su ocupación que quizá fuera estacional. Se localizan en las zonas más fértiles y asequibles del territorio, aprovechando cursos de agua estables y manantiales, dominando un valle o paisaje abierto.
Estos pequeños asentamientos situados en terreno llano o en planicies, se encuentran en dependencia directa de un poblado de altura que centraliza el poder: Segóbriga, Valeria y otros de ubicación incierta.
Estos poblados en altura, escasos, en un principio, se sitúan en lugares que ofrezcan las mejores defensas naturales, con sencillas murallas adaptadas al terreno o un simple muro cerrado al exterior por la parte trasera de las casas. A partir del s. IV a. C, se generaliza la tendencia a establecer poblados fortificados en lugares estratégicos, que controlan amplios territorios y ejes de comunicación. De la existencia de estos primitivos pobladores y asentamientos dan fe ciertos yacimientos, abundantes en La Mancha, denominados genéricamente morras. Se emplazan en elevaciones naturales del terreno, de escasa altura, en las vegas de los ríos o zonas pantanosas, dominando amplios espacios abiertos.
En la mayoría se observa la presencia de amontonamientos de piedras en superficie, procedentes del derrumbe de primitivas construcciones. En algunas morras se encuentran muros, o lo que queda de ellos, formando alineaciones más o menos circulares (morras) o alargadas (castillejo). Castillejo es el Villar de Cañas. Alcolea = castillo pequeño, castillejo.
Sobre un sustrato del Bronce Valenciano, en el paso del Bronce al Hierro, se extendería una cultura esencialemente ganadera, característica de las estribaciones del sistema Ibérico, que se iberiza desde la costa, principalmente a través del corredor de Requena-Utiel. La mejor evidencia sería Kelin (Los Villares, Caudete de las Fuentes, Valencia), quizás la antigua capital tomada por Aníbal, cuyo estratégico papel siguió vigente en la conquista romana cuando llegó a tener 8 ha. y a acuñar moneda. Ofrece incialmente cerámicas del Bronce final local, importaciones fenicias y después focenses llegadas desde la costa, siendo plenamente iberizada a partir del siglo IV a.C. y destruyéndose en la segunda guerra púnica. Su profunda iberización explica la del interior, evidenciada por numerosos poblados de tamaño más reducido y por necrópolis de cremación en urna sin armas y con cerámicas ibéricas, como las de Buenache y Olmedilla de Alarcán (Cuenca). Estas zonas, en las que la ganadería tendría un papel importante, contribuirían a su vez a la iberización de sus vecinos celtíberos, con los que limitaban por el norte, y de los carpetanos, por el oeste. La procedencia étnica de los olcades parece local, a juzgar por la tradición de su sustrato, pero su nombre, relacionable con el de los celtas volcos, permitiría pensar en un proceso de celtización, al menos parcial, paralelo al de la predominante iberización cultural. Pero falta documentación lingüística, por no existir escritura hasta la romanización.
Con frecuencia, aparecen enterramientos de inhumación o urnas cinerarias, lo que evidencia el ritual de cremación de cadáveres.
Las necrópolis de estos primeros pobladores se ubicaban a la salida de los poblados, no muy lejos, junto a las vías, siendo habitual encontrar junto a ellas conducciones de agua, santuarios, pozos, (alguno con significado esotérico, pozo Airón). *Airón era un dios de tipo infernal, demonio que habita en las profundidades, lugares acuáticos, asociados al tránsito al Más Allá.
Bastante conocido en la Meseta, existen indicios de su culto en La Almarcha, Uclés. De Uclés procede una inscripción dedicada a Airón por un ciudadano romano de origen indígena que transcrita dice “Al dios Airón lo dedicó la familia usetana oculense, Cayo Titinio Crispino”.
Aunque no se puede afirmar categóricamente, eran las comarcas naturales las que delimitaban los asentamientos tribales de estas tribus celtíberas que ocupan el centro de la península y más concretamente, la provincia de Cuenca limítrofes con la Contestanía y la Edetanía.
Los Olcades, serranos, tenían su principal ciudad, Cartala o Althea situada, según muchos historiadores, cerca de Alconchel. Participaron en la 2ª guerra púnica como aliados de los cartagineses, a los que abandonaron posteriormente, pasando al bando romano. Como represalia, el 221 a. C. Aníbal toma y destruye su ciudad. Los supervivientes se diluyen e integran entre sus vecinos, hermanos de raza, los Carpetanos, haciendo causa común en su lucha contra el cartaginés. Sus habitantes, vestidos con áspera lana, semejaban en su aspecto, cabras salvajes. Sus curiosas costumbres asombraron a los romanos, especialmente la de utilizar los orines para lavarse el cuerpo y los dientes. Su economía prioritaria estaba basada en la agricultura, y algo de ganadería. Por ello, Viriato en 146 a. C. les impuso un tributo en trigo, a diferencia de los segobricenses, a los que les robó los ganados.
En el s. III a. C, los cartagineses se internan en la Carpetania con el objetivo de reclutar mercenarios de la tierra para ayuda en su guerra contra Roma (2ª Guerra Púnica 273-274 a. C.) Tras sucesivos intentos y resistencias de la población autóctona y el asesinato de dos de sus generales- Amílcar-228 a. C. y Asdrúbal-221 a. C.- en 221 a. C. Aníbal, al mando de los cartagineses se enfrenta a los Olcades y saquea y destruye su capital Althea.
Al año siguiente, 220 a. C., una coalición de carpetanos, vacceos y olcades, unos 100.000 hombres, se enfrenta a Aníbal, cerca del Tajo. Son derrotados por los elefantes y la caballería del cartaginés. Sus ciudades saqueadas y sometidos a tributo de hombres y especies.
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