SEGÓBRIGA

SEGÓBRIGA

miércoles, 8 de mayo de 2013

EL TEMPLO DE LA DIOSA DIANA

El Templo de Diana

A medio kilómetro de la ciudad y si cruzamos el río Cigüela por el suroeste nos encontraremos en una calzada romana muy bien conservada. Ésta nos llevará hasta un grupo de cortados de piedra donde se aprecian algunos símbolos prerromanos: es el Templo de Diana. Rodea todo el conjunto un lucus o bosque sagrado, donde los habitantes creían que podía haber una mayor facilidad de conexión con los dioses.
En el lugar los devotos grababan escenas de la diosa cazando seguida de sus perros. El mal estado de este templo hizo colocar en el museo una réplica del nombrado para evitar las visitas al lugar original que incrementasen el deterioro de la construcción.





Grabado que representa el templo de Diana, museo del parque.
Aparte de este templo, en Segóbriga han sido encontrados más vestigios de los cultos religiosos. Los cultos oficiales a dioses como Hércules, Mercurio, Diana, Silvano y Fortuna están documentados por inscripciones dedicadas a éstos. También se han encontrado pequeños altares y amuletos, estos últimos expuestos en el museo.
Además del culto a los múltiples dioses romanos, en casa de un funcionario imperial (Caio Iulius Silvano) se ha podido apreciar una inscripción en piedra dedicado al dios griego Zeus Megistos.
 
Hoy retomamos el blog para hablar de nuestras pesquisas realizadas ayer mismo ante la joya, tristemente muy deteriorada, del Santuario de Diana, en las cercanías de las ruinas de la antigua Segóbriga. El templo se encuentra en un monte, principalmente de encinas y otras especies del género quercus, no lejano a lo que fue la antigua ciudad celtíbera, romana y visigoda, en la otra orilla del río Cigüela, en una finca conocida como Cortijo Pilar. No daremos más pistas, aunque sí diremos que pasear hasta este relive esculpido en la roca caliza propia de aquellos parajes, adentrándose en un monte con el que se especula bien pudo ser sagrado para los propios celtíberos, a través de lo que fue la calzada que unía Segóbriga con Carthago Nova, fue una experiencia inolvidable. En este monte se pueden contemplar las antiguas canteras -conocidas como de Los Rostros, cuyo motivo de su denominación pudimos comprobar con una cabeza de pequeño tamaño esculpida en la pared de una de ellas- de donde, según te cuentan en las visitas guiadas de Segóbriga, se sacó gran parte de la piedra con la que fue construida la ciudad romana.
Monte donde se halla el santuario visto desde Segóbriga
El relieve nos recordó en gran medida, aunque peor conservado y de menor tamaño, al templo de Diana de Cenicientos, también tallado en una piedra al aire libre. Tanto uno como otro, por su sutileza y recogimiento, dan la impresión de ser más un voto particular a la diosa que no un lugar de culto colectivo, por lo que resulta complicado deducir qué dimensiones cultuales pudieron tener durante su periodo de vigencia como elemento religioso. Centrándonos únicamente ya en nuestro templo a Diana protagonista de hoy, diremos que se compone de cuatro escenas, aunque parece adivinarse hacia la izquierda una quinta. Sólo en una de ellas -salvo la figura de un can en otra- se conserva, aunque de manera bastante deteriorada, la escena más o menos completa. Se trata de una figura humana rodeada de perros que parece estar sacando de su carcaj una flecha. Rápidamente, y así se refleja en el texto explicativo de la réplica de este relieve existente en el Museo de Segóbriga, identificamos dicha figura con de la diosa Diana, como diosa de la caza, a la que estaba consagrado dicho santuario. Pero gracias a una brillante conclusión de nuestro buen amigo Pedro, y debido a que esta escena parecía ocupar un papel menor ante la huella de la escena de su derecha -izquierda para el observador- llegamos a la conclusión de que la figura de la propia Diana bien pudo estar en dicho espacio en el que a día de hoy ya no queda nada, pasando a divagar los allí presentes con la posibilidad de que la figura, aún conservada, bien podría corresponderse con un desafortunado personaje mitológico, el cazador Acteón, el cual se encontraba con sus perros mientras trataba de cazar, esos mismos que posteriormente serían sus verdugos. También pudiera ser que fuera la representación de un supuesto oferente, un cazador que rindiera honores a la diosa de la caza.



lustración y texto de Juan Antonio Fernández. 1790.

Queda abierto, por tanto, el debate, en cuanto a determinar si dicha figura se corresponde con una figura femenina o, sin embargo, fuera masculina. Un debate que gracias a una interesantísima fuente aportada por Eugenio, otro buen amigo también protagonisma en nuestra aventura de ayer, puede hacer difícil que la conclusión de Pedro pueda ser rebatida, pues esta fuente aporta una prueba muy sólida. En un trabajo de 1999 de Jorge Maier, con la colaboración de Luz Cardito, para la Comisión de Antigüedades de la Academia de la Historia, se encuentra un dibujo, del Templo de Diana de Segóbriga, de 1790 de un tal Juan Antonio Fernández donde se representan cuatro escenas: dos de ellas femeninas y dos masculinas. Pues bien, únicamente las masculinas son representadas con perros y las dos femeninas, que ocuparían la primera escena de la derecha y la segunda de la izquierda, aparecen sin estar rodeadas de canes. La existente en la actualidad parece corresponderse con la segunda de la derecha, y ésta es una figura masculina, por lo que sería quizás conveniente que los propios gestores del Museo trataran de cuestionar la propia postura tomada al respecto, la cual queda patente en el siguiente texto que os traemos como fuente. Terminaré diciendo que destacan también una serie de inscripciones latinas sobre la roca, donde una de ellas se encuentra en bastante buen estado de conservación.


En la parte superior, el relieve del Santuario de Diana. En la parte inferior, la réplica del Museo de Segóbriga
*Fuente: cartel explicativo del Museo de Segóbriga sobre el relieve del Santuario de Diana de Segóbriga:
A unos 500 metros, al suroeste del cerro sobre el que se asienta la ciudad de Segóbriga y al otro lado del río Gigüela, se sitúa el Templo de Diana, uno de los monumentos más interesantes y famosos de esta ciudad, descubierto en el siglo XVI. Este lugar fue en la antigüedad un lucus o bosque sagrado, conservado todavía en el entorno boscoso de Segóbriga, del que formaría parte el monumento rupestre, denominado Santuario de Diana. Conserva un conjunto de cinco paneles, cada uno de ellos con tres espacios. El central y mejor conservado ofrece una representación en bajorrelieve de la diosa cazadora rodeada de sus perros, debajo una inscripción dedicada a ella centro de un recuadro y en su parte superior un tímpano en forma de templo.
 

 


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