SEGÓBRIGA

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jueves, 4 de abril de 2013

EL ARTE MUDEJAR

ARTE MUDEJAR






ARTE MUDEJAR

Uno de los acontecimientos posiblemente el de mayor trascendencia en la historia del arte español es la aparición del estilo llamado "MUDÉJAR" como mixtificación de la corrientes artísticas cristianas (románicas, góticas y renacentistas) y musulmanas de la época. El origen histórico-social del mudéjar hay que buscarlo en el avance de la reconquista leonesa, castellana y aragonesa que supuso la incorporación de territorios con población musulmana, que aportan su saber en el campo de diversas artes. Es comúnmente aceptado que la aparición del mudéjar hay que datarla en el siglo XII en la -por entonces- poderosa ciudad de Sahagún. Esta población leonesa del Camino de Santiago se convirtió en un fuerte centro religioso y económico en los siglos XII y XIII como indica el Códice Calixtino "prodigio de todo tipo de bienes". Es posible que algunas cuadrillas de alarifes de Toledo fueran contratadas para acelerar los diversos proyectos arquitectónicos que en ese momento se desarrollaban en la ciudad leonesa. En este siglo XII, las iglesias de San Tirso, San Pedro de Dueñas y la no muy lejana de Santervás de Campos pararon sus costosas fábricas de sillería románica para ser continuadas con ladrillo basadas en una decoración novedosa, todavía dubitativa pero con acusada personalidad. Había nacido la arquitectura mudéjar. El mudéjar se consolida en el siglo XIII y es exportado hacia el sur y sureste, a tierras todas ellas llanas y con escasas canterías de piedra (Zamora, Salamanca, Valladolid, Ávila, Guadalajara, Madrid y oeste de Segovia, sin afectar apenas a Burgos, Palencia y Soria) Dentro de la homogeneidad que exhibe el arte mudéjar, se crean focos locales que adoptan características propias. El foco toresano se caracteriza por el uso de decoración mural basada en arcos de gran longitud (VER FOTO LATERAL) mientras que el foco de Tierra de Pinares lo hace mediante la superposición de varios cuerpos con arquerías de altura menor. Este mudéjar, nacido en Castilla y León a partir del románico pero que adquiere identidad propia por su material y su decoración, se le denomina "mudéjar castellano" "mudéjar leonés" o más acertadamente "mudéjar castellanoleonés" es una de las variantes regionales del mudéjar que acompaña al toledano, aragonés, andaluz, etc. Dado el ascendente románico de este arte, se le ha denominado tradicionalmente por muchos autores como "ROMÁNICO MUDÉJAR" e incluso "románico de ladrillo". Al mismo tiempo, en Toledo se comienzan a aprovechar antiguas mezquitas para su reconversión al culto cristiano para lo que se añaden cabeceras de volúmenes románicos pero una decoración más islamizada y alejada de lo románico que su vecino castellanoleonés. En 1187 se construye el ábside que cierra la mezquita califal de Bab Al Mardum y cercana en fecha se puede datar la cabecera de San Román. Estas dos estructuras tienen gran importancia porque van a servir de modelo a las posteriores construcciones toledanas del siglo XIII, en las que se imitan la superposición de arquerías ciegas frecuentemente de trazado muy islámico -almohade- como arcos túmidos, de herradura, etc. No cabe duda de que el origen mestizo del arte mudéjar, así como sus diversas variedades regionales y una larguísima evolución en el tiempo que abarca desde el siglo XII al XVII hacen de él un estilo controvertido y sujeto a todo tipo de interpretaciones y valoraciones por los estudiosos. Para algunos autores este estilo no es sólo una simple variante española de la arquitectura europea de esa época, sino que adquiere carácter propio al integrarse las corrientes cristiana y musulmana, reelaborando y reinventándose un nuevo estilo de enorme importancia para la historia del arte español. Para otros, no es sino la adaptación del arte europeo internacional a las técnicas musulmanas, pero sin perder su esencia románica y posteriormente gótica o renacentista (denominado entonces por estos autores, como vimos anteriormente, "románico-mudéjar" "gótico-mudéjar"....) Por último, para un tercer grupo de autores el primer mudéjar no es otra cosa que degradación del románico, por perder su carácter catequético y simbólico al carecer de escultura monumental, lo que le convertiría en un arte poco apreciable. En nuestra opinión, sin entrar en este tipo de valoraciones, lo más reseñable es dejar establecido con firmeza que la relación en sus formas arquitectónicas y funcionalidad -sobre todo del mudéjar castellanoleonés- con el románico primero y el gótico después son directas e indudables. Encontramos en la inmensa mayoría de templos mudéjares de los siglos XII al XIV, las mismas formas y volúmenes arquitectónicos que el románico pétreo. En muchísimos casos se combinan partes construidas con ladrillo y otras con piedra, tanto sillería como mampuesto. En otros casos una iglesia iniciada en piedra siguiendo un canon estrictamente románico es terminada, respetando aproximadamente su fisonomía prevista, con ladrillo, como ocurre en varios lugares de Castilla y Aragón (a los casos leoneses citados hay que añadir los de Fresno el Viejo en Valladolid, y Daroca en Zaragoza). Además, se comprueba la perfecta compenetración de elementos arquitectónicos y escultóricos románicos y mudéjares. Un excelente ejemplo es las iglesia de San Juan de Alba de Tormes donde uno de los ábsides de la cabecera mudéjar se adorna con ventanales románicos a base de columnas hechas con ladrillo cortados con sección circular y capiteles de piedra completamente románicos (VER FOTO INFERIOR). Caso muy frecuente es encontrar edificios mudéjares recubiertos con pinturas románicas, como en Santa María de Arévalo (Ávila) o Valdilecha (Madrid). Pinche para ver nuestro Vídeo sobre el Arte Mudéjar Mudéjar castellanoleonés Para el éxito de la difusión del mudéjar en un territorio dominado por el románico puro hay que contar con la probable existencia de población mudéjar en estas comarcas castellanoleonesas que conociera las técnicas de construcción con ladrillo. Pero más aún, el factor decisivo debió ser la economía y rapidez que este modo de proceder aportaba respecto al uso de la piedra de cantería. Otra razón importante que afecta a extensas comarcas castellanas, y que con frecuencia pasa desapercibida, es la escasez de buenas canteras de piedra en las regiones donde se difundió lo que aconsejaba la edificación con ladrillos en combinación con mampostería. El arte mudéjar castellanoleonés tiene en la amplia comarca "Tierra de Pinares" su máxima concentración. En un hipotético pentágono trazado entre las ciudades de Zamora, Salamanca, Ávila, Segovia, Valladolid y cerrado de nuevo en Zamora, el mudéjar castellanoleonés se desplegó en miles de templos concejiles, de los que quedan restos actualmente en varios cientos. Algunas importantes ciudades de este área, como Toro, Alba de Tormes, Arévalo, Madrigal de las Altas Torres, Cuéllar, Coca y Olmedo, tienen en el mudéjar su verdadero sello de identidad artístico. Definitivamente, El mudéjar castellanoleonés trasvasó el Sistema Central y alcanzó también a otras zonas más meridionales como el norte de Madrid y Guadalajara. Si comparamos una edificación románica del periodo clásico construida en piedra y otra mudéjar de ladrillo, encontramos coincidencias plenas, pero también adaptaciones obligadas por el cambio de material, creando volúmenes y estéticas nuevas que le dan a este estilo su personalidad. La planta de la mayoría de los edificios será la habitual de los templos rurales románicos, es decir de una sola nave rectangular engarzada a una cabecera, que a su vez se articula en tramo presbiterial y ábside semicircular de menor diámetro. La cabecera, dirigida a oriente de manera canónica, tiene tramo recto abovedado con medio cañón (en ocasiones apuntado) y rematado en hemiciclo con bóveda de cuarto de esfera al modo románico habitual. En las mejores muestras del "mudéjar castellanoleonés" se emplean, para decorar los muros tanto exteriores como interiores de la cabecera, franjas o cuerpos superpuestos de arcos ciegos de medio punto, normalmente doblados, también se combinan con pisos de recuadros, muy al estilo de la segoviana ciudad de Cuéllar. Estos arcos y recuadros están rodeados por alfiz. Los citados cuerpos no están separados entre sí mediante impostas salientes como ocurre en el mudéjar toledano que describiremos posteriormente. Las cornisas, a diferencia del románico de piedra, cuyos aleros están sustentados por canecillos labrados, son aquí sostenidos habitualmente por filas superpuestas de ladrillos a sardinel, en esquinilla o cortados en perfil de nacela. Las originales cubiertas de las naves serían de madera de par y nudillo, pero que no han perdurado hasta nuestros tiempos. Este tipo de techumbre anulaba la necesidad del uso de contrafuertes de las iglesias románicas abovedadas. Este hecho que puede parecer diferenciador con relación al románico de piedra, no lo es tanto, puesto que no podemos olvidar que la mayoría de los templos románicos rurales de Castilla y León construidos en piedra son tan humildes que se descartó el abovedamiento salvo para la cabecera. Las naves se rodeaban de muros normalmente más pobres, de mampostería encintada con hiladas de ladrillo. Interiormente, cuando eran tres, se separaban con arcos doblados de medio punto o apuntados que apoyaban sobre pilares cuadrados descantillados en los ángulos o de sección de cruz griega, rematadas por voladizos de ladrillo en perfil de nacela, en imitación de los capiteles del románico pétreo. Las puertas de la arquitectura mudéjar, también imitan el románico de piedra, aunque suelen ser más pequeñas, disponiendo de varias arquivoltas planas de ladrillo, con arcos semicirculares o algo apuntados, siempre apoyadas sobre ladrillos cortados en formal de nacela. El conjunto habitualmente es recuadrado por alfiz y completado con frisos decorativos en su parte superior, especialmente de esquinillas. Las torres pertenecientes a estilo "mudéjar castellanoleonés" no tienen una ubicación fija con respecto al resto de la iglesia, aunque se prefiere el costado septentrional de las iglesias. El modelo más abundante, y similar al románico de piedra aunque más austero, consiste en un alto cuerpo de mampostería encintada, rematada por otro superior, en cuyas caras se abren dos vanos con arco doblado, de medio punto o apuntado, rematados con sendos frisos de esquinillas y rodeados de alfiz. En cuanto a su estructura interna, la mayoría son huecas, con escaleras de madera adosadas a los muros, aunque no faltan las que tienen escalera embebida en sus paredes. En cuanto a las galerías porticadas, se han conservado en aceptable buen estado la de Prádena del Rincón (Madrid) y Orbita (Ávila), que de nuevo son un equivalente directo a la galería porticada románica, donde de sustituyen los sillares por ladrillos y las columnas por pilares. Mudéjar Toledano A la llegada de los conquistadores castellanos a tierras toledanas, la primera medida tomada es emplear ciertas mezquitas musulmanas y convertirlas al culto cristiano. Pasada esta primera época de asentamiento y alejada la amenaza almorávide, comienzan a edificarse nuevas iglesias "exnovo". Estos edificios cumplen con las formas arquitectónicas que los conquistadores y repobladores de los siglos XI y XII llevan a la ciudad, que no son otras que las del románico. Sin embargo, la población musulmana mayoritaria, la estética imperante en cualquier esquina de las calles de Toledo y el uso de mano de obra autóctona permite que el resultado se desvíe más del canon románico que lo visto en el apartado del mudéjar castellanoleonés. En toda la provincia de Toledo, algunos lugares de Guadalajara y Extremadura y el sur de Madrid se extiende esta arquitectura de ascendencia románica pero con una indudable personalidad propia, que incluso a medida que pasa el tiempo, se acentúa todavía más. La cabecera, tanto triabsidal como monoabsidal sigue dirigida al este presentando las mismas plantas y abovedamientos que el mudéjar castellanoleonés y románico puro. Sin embargo, la decoración mural es mucho más barroca y variada de gran sabor oriental, influida por las formas almohades. Los muros siguen estando estructurados en cuerpos superpuestos decorados por arcuaciones ciegas, pero son más variadas que el mudéjar castellanoleones. Los arcos de la franja inferior suelen ser de medio punto doblados, los del segundo son túmidos (de herradura apuntados) trasdosados de arco polilobulado y en caso de haber otros cuerpos superiores puede haber arcos de herradura normal, de nuevo de medio punto o entrecruzados, etc. Otra característica es que los distintos cuerpos se separan por gruesas y salientes impostas. Otro elemento diferenciado del mudéjar toledano con respecto al castellanoleonés son las puertas, mucho más islamizadas. Es frecuente encontrar en las iglesias toledanas en que se han conservado puertas con rica ornamentación a base de arcos de herradura angrelados. Buenos ejemplos son las puertas de Santiago del Arrabal (Toledo) o la de Carabanchel Bajo (Madrid) Las torres del mudéjar toledano comparten las premisas establecidas para otros elementos arquitectónicos: profusión de decoración frente a la austeridad del mudéjar castellanoleonés Los campanarios toledanos de Santo Tomé, en la capital toledana y Santa María de Illescas son algunos buenos ejemplos Hay que citar aquí que el mudéjar evoluciona hasta el siglo XVI de manera continua ligándose a la corriente gótica y renacentista, pero en muchos casos sin abandonar del todo la estética primitiva con la que nació, como demuestra la torre de Navalcarnero obra del siglo XVI y que muestra arcos entrecruzados que parecieran realizados tres siglos antes. Mudéjar de carácter popular En zonas pobres, rurales y normalmente serranas de ambas Castillas (principalmente en Ávila, Segovia, Madrid, Guadalajara y Toledo), encontramos un tipo de arquitectura muy popular y pobre, que aplica las enseñanzas más básicas e imprescindibles de los estilos anteriores. Dada la sencillez estructural y decorativa de esta arquitectura religiosa no es lógico adscribirla a una u otra familia del mudéjar, sino un tipo-resumen (funcional y sumario) de lo visto anteriormente. Las cabeceras, que suelen ser los restos conservados, tienen muros lisos sin la consabida decoración de arcos de ladrillo que sería la fundamental referencia para asociarlas al mudéjar toledano o castellanoleonés, La fábrica es de mampostería, aunque en otros casos este material se refuerza con algunas hiladas horizontales de ladrillo. Algunos ventanales conservados podrían forzar -por el perfil de sus arcos- alguna relación con lo toledano o con lo castellanoleonés, pero como hemos citado anteriormente, creemos que debe considerarse como una arquitectura propia resumen de otras tendencias artísticas más ricas y urbanas. Este tipo de construcción fue probablemente el más extendido y tardío por su marcado carácter popular y debería posponerse a los siglos XIII e incluso XIV. Por la fragilidad de estas construcciones y su menor calidad artística, fueron masivamente sustituidas a partir del auge constructivo del siglo XVI. No son, sin embargo, despreciables estos restos y nuestro interés debe ser restaurarlos y conservarlos. Desde el punto de vista histórico ayudan a comprender las complejas y largas tendencias de mestizaje y popularización del inicial románico internacional hasta llegar a una arquitectura autóctona. Es su adaptación a la paupérrima sociedad de las minúsculas aldeas castellanas del sur del Sistema Central lo que le confiere su personalidad y valor a este popularizado mudéjar. Mudéjar de Aragón Las características más acusadas del mudéjar presente en Aragón frente al de otros territorios (Castilla y León Toledo, Andalucía) son: No suelen presentar atauriques de yeso, sino que las paredes del interior de las iglesias se suelen pintar o esgrafiar. La decoración mural exterior de ladrillo es mucho más compleja y barroca que el mudéjar de otras partes de España, creando verdaderos entramados de "encaje" de ladrillo a base de frisos de esquinillas, espinas de pez y sobre todo rombos, arquerías murales a base de arcos mixtilíneos o de herradura entrecruzados, lacerías, etc. Esta decoración de ladrillos salientes del muro crea un importante efecto de claroscuros, que es reforzado por los brillos de la cerámica vidriada que se verá posteriormente. El efecto alcanzado es de vida y movimiento. El alfiz se emplea para enmarcar tanto los arcos murales decorativos como los constructivos. Los vanos pueden ser de medio punto o apuntados y hay gran predilección por los ajimeces con mainel central. La cerámica vidriada es uno de los sellos de interés de la arquitectura mudéjar en Aragón. Se emplean grandes platos circulares y otras figuras para decorar los muros e incluso se da en bastantes iglesias que los fustes de las columnas se hacen de este material. Los colores predominantes son el blanco, verde, rosado.... En cuanto al plano arquitectónico el mudéjar aragonés está muy marcado por la arquitectura cisterciense. Sobre la estructura de los templos, podemos hablar de dos prototipos: La iglesia de una nave con cabecera poligonal La nave está abovedada con crucería con capillas laterales entre los contrafuertes y rematado por ábside poligonal, iluminada mediante ventanales agudos en cada cara. Un buen y conocido ejemplo es la iglesia de la Magdalena, en la ciudad de Zaragoza. Iglesia fortaleza Basada en arquitectura gótica-cisterciense. Tiene planta de salón cuya nave se aboveda con crucería de ladrillo y pequeños sectores de bóveda de cañón. Esta nave está rematada en testero plano con tres ábsides o capillas abiertas mediante arco apuntado. Estas iglesias tienen un pasadizo por encima de las capillas laterales abiertas al exterior por arquería de ladrillo y que recorren el perímetro de la iglesia, al estilo de un "paso de ronda". Los contrafuertes que hacen las veces de arbotantes suelen estar rematados por torrecillas. Los ejemplos más perfectos y mejor conservados son las iglesias de Tobed y Torralba de Ribota. Torres campanarios mudéjares en Aragón Si por algo especial es reconocido popularmente el mudéjar aragonés es por su magnífica colección de espectaculares campanarios. La mayoría de los campanarios de estilo mudéjar de Aragón son del tipo llamado "alminar", es decir, de planta cuadrada con un machón central y entre éste y la los muros perimetrales, escaleras cubiertas por bóvedas por aproximación de hiladas. Por encima de esta estructura típica de alminar almohade se construía un cuerpo de campanas. Los campanarios fueron al principio de sección cuadrada, pero por la influencia italiana causada por los dominios aragoneses en aquellas tierras, se construyeron también de planta poligonal, en concreto octogonal. Otra variedad es la torre que se eleva como un prisma cuadrangular pero rematada con cuerpo de campanas octogonal, como en el caso de Ricla, Utebo y otras muchas más.

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